Uno de los mayores logros en tu educación financiera será averiguar los entresijos sobre cómo funciona una tarjeta de crédito. En primer lugar, porque ese conocimiento te convencerá de NO usar una tarjeta de crédito. En segundo lugar, porque si al final te decides a usarla, podrías maximizar sus ventajas sin jamás incurrir en deuda. Personalmente, no soy amigo de la deuda —con las notables excepciones de la hipoteca o que sea yo quien preste el dinero— porque contribuye a empobrecer a la pobre alma que no ha dedicado tiempo a valorar con cabeza su situación financiera. Por ello espero que este artículo te ayude. Del mismo modo que esta información me ayudó a mí para que nunca-nunca haya utilizado una tarjeta de crédito. ¡No me gusta la deuda (propia)!
¿Qué contiene este artículo?
¿Cómo funciona una tarjeta de crédito?
Una tarjeta de crédito es un método de pago que permite a un usuario utilizar un dinero que no es suyo. Es más, le permite utilizar dinero aunque en ese momento el cliente no disponga de capital en su cuenta bancaria. Se trata de un pago aplazado, por lo tanto, es un instrumento de deuda. Este dinero proviene de una entidad bancaria —la que ha facilitado la tarjeta de crédito— que espera recuperar el dinero prestado dentro de unos plazos establecidos. Por lo tanto, una tarjeta de crédito es una herramienta para usar el dinero del banco en lugar del tuyo propio.
A diferencia de una tarjeta de débito, la cuantía que pagas por tus compras no se resta de tu cuenta sino del monto disponible en tu tarjeta, la línea de crédito. A final de mes, puedes pagar esa cuantía pendiente con tu propio dinero, o acumularla, de modo que se transforma en deuda. Es decir, se trata de un dinero que tienes que devolver, por lo que llega el momento de mencionar los principales componentes de este tipo de préstamo.
- Interés: el porcentaje adicional (anualizado) que pagarás por el dinero prestado. Además de otras tasas de interés asociadas por incumplir las condiciones del contrato.
- Línea de crédito: la cantidad de dinero que el banco pone a tu disposición.
- Plazos y cuota: estos van juntos. Los plazos son el marco temporal en el que es necesario amortizar la deuda; la cuota es la cuantía mensual que debes pagar para cumplir con los plazos. Cuanto mayores sean los plazos, menor será la cuota.
- Bonificaciones: ventajas que las entidades proporcionan a los usuarios de tarjetas de crédito para incentivar su uso.
1. El interés que pagarás: cómo funciona una tarjeta de crédito
Y claro, a cambio de este préstamo, el banco espera obtener un beneficio. Es normal. La entidad bancaria te presta un dinero y espera que se lo devuelvas; no solo eso, sino que espera una compensación por ese tiempo que no ha podido utilizar su dinero (porque lo tenías tú). Aquí hablamos del interés de una tarjeta de crédito.
Según datos del banco de España, la tasa de interés promedio de las tarjetas de crédito en España se sitúa en torno al 18% (datos de octubre de 2022). ¡18%! Si no es tu primera vez en El euro extra, sabrás que soy inversor y obtener un 18 por ciento de rentabilidad es una maravilla. Pocas veces se consigue. No obstante, los bancos la obtienen gracias a gente que utiliza alegremente su tarjeta de crédito. (Yo también te prestaría dinero si supiera que me pagarías un 18% de interés).
En la mayoría de las tarjetas de crédito, existen cuatro tipos de interés que se aplicarán en función de qué hagas con ella.
Interés por pago aplazado
Este es el más común entre las tarjetas de crédito. Viene marcado en el contrato cuando te entregan la tarjeta de crédito (ese plástico del demonio). Transcurrido un tiempo, esta tasa de interés puede variar, pero la entidad está bajo la obligación de informarte de estos cambios.
Este interés viene reflejado en un interés anual, que se aplica sobre la cuantía restante y se divide por los doce meses del año. En otras palabras, si debes 1.000 € al 18%, el primer mes pagarás 18%/12= 1,5% de interés sobre el capital pendiente (el principal). Lo que equivale a 15€ en intereses, el resto de la cuota se resta de tu principal. A medida que reduzcas principal, cada mes pagarás menos intereses (pero misma cuota).
Interés por sacar efectivo
A veces no necesitas el dinero para una compra concreto, sino para disponer de efectivo. Si sacas dinero del cajero usando una tarjeta de crédito, esa deuda se suma a tu principal. En estos casos, la tasa de interés pudiera ser diferente (normalmente más elevada) que si se gasta dinero electrónico.
Interés por superar la línea de crédito
Aquí empiezan los verdaderos problemas, cuando gastas más de lo acordado con el banco. Como te has convertido en un «peligro», la entidad te cobra intereses adicionales hasta que regreses a tu nivel. Lo curioso aquí es, ¿por qué me dejan superar el «límite»? Pues porque saben que así ganarán más dinero, tanto en lo prestado como en las penalizaciones. Existe un verdadero límite, un punto en el que el banco impedirá que gastes más con la tarjeta, pero está más arriba de lo pactado.
Interés por demora de pagos
Otro de los grandes problemas. Si no pagas a tiempo tus cuotas, el banco te cobrará penalizaciones, porque eres un moroso y eso no les gusta. Ellos quieren gente endeudada, pero que pague religiosamente sus cuotas. Este tipo de interés existe para penalizar a los que no obedecen sus normas.
2. Línea de crédito y límite: cómo funciona una tarjeta de crédito
En función del tipo de tarjeta de crédito y el perfil de cada cliente, la entidad bancaria establecerá una línea de crédito; es decir, la deuda máxima que estará a tu disposición. Puedes acumular gastos hasta alcanzar esa cifra sin que haya ningún problema (con el banco, porque mi opinión es que si acumulas deuda, estás en problemas) pero en el momento que lo superes empiezan las penalizaciones; como ya hemos visto antes cómo funciona una tarjeta de crédito y los intereses asociados: incurrirás en comisiones adicionales mientras permanezcas por encima de lo estipulado. Y si sigues gastando, llegará un momento en el que sí tocarás el límite impuestos por el banco.
Por otro lado, además de la línea de crédito (techo de gasto) existe el límite por operación, la cuantía máxima que puedes pagar con una sola compra. En este caso el banco se muestra inflexible, no dejará gastar más de lo estipulado. Si una operación supera el límite, será denegada. Por dos razones:
- Una es por su propia seguridad, para que no acumules un gasto al que tal vez no puedas hacer frente (recuerda, los bancos quieren deudores, no morosos).
- La segunda es por TU seguridad. UNA tarjeta sin límite de gasto que haya sido robada es un peligro apocalíptico. Para tu protección, se impone un límite para evitar que un carterista te arruine. Aunque existan seguros y mecanismos para recuperar tu dinero, es mejor cortar de raíz el problema.
Tanto la línea de crédito como el límite de gasto pueden ser modificados en función de tu perfil, si el banco considera que es más o menos seguro prestarte dinero.
3. Cuotas y plazos
Hasta ahora hemos hablado de cómo gastar y el precio de ese dinero prestado, por lo que toca hablar de cómo se amortiza esa deuda. Son dos los instrumentos a favor (y en contra) de que te libres pronto de la deuda: los plazos y las cuotas.
- Los plazos son la cantidad de meses que dispones para pagar una deuda concreta.
- Una cuota es el dinero que pagas cada mes, el mínimo que te exige el banco para amortizar la deuda que has contraído con ellos.
Aunque se trata de dos conceptos diferentes, están íntimamente vinculados. El número de plazos influye en la cuantía de las cuotas que pagarás cada mes. Si recuerdas las matemáticas del instituto, aquí hablamos de una relación inversamente proporcional. Cuanto mayores son los plazos, menor la cuota; y viceversa.
En honor a la verdad, la imposición de un determinado número de plazos está vinculado con la financiación de nuestras compras en ciertas tiendas, como El Corte Inglés o Mediamark. Ellos estipulan el tiempo que tienes hasta pagar la cuantía de ese televisor que has comprado. Ellos están en el negocio de vender televisores y cobrar lo que cuestan. Sin embargo, a los bancos no les importa tanto los plazos: ellos están en el negocio de la deuda, y les interesa que la tuya se prolongue en el tiempo para que el interés compuesto actúe en su beneficio (contra ti).
Recupero la tabla de antes para ofrecerla como ejemplo. Se trata de una compra de 1000€, al 18% de interés a pagar en 8 meses. Cuota: 133,58 €.
Y ahora la comparo con una segundo caso, mismo interés, misma deuda pero diferentes plazos (24 meses). Cuota: 49,92 €.
A priori la segunda cuota es más amable de pagar (menos de la mitad), pero los interese se han ido acumulando:
- En 8 meses has pagado 69,67 € de intereses.
- En 24 meses has pagado 198,18 € en intereses. Más del doble. El banco te lo agradece.
De modo que lo verdaderamente importante son las cuotas, cuánto pagas cada mes. El banco impondrá un mínimo que debes cumplir. ¡No lo aceptes! Los pagos mínimos son beneficiosos para los bancos, de ahí que impulsen con tanto ímpetu las tarjetas revolving, de las que ya hablaré algún día. Cuanto menor es la cuota, más porcentaje de esta va destinada a los intereses, en lugar del principal. De modo que mantienes una deuda elevada más tiempo, lo que permite cobrarte más.
No solo eso, fíjate en el primer pago de cada cuota.
- Pagas 133,58 €, de los cuales 15 € son intereses, el 11,22 % de esa cuota va para el banco.
- Pagas 49,92 €, de los cuales 15 € son intereses, el 30,04 % de esa cuota va para el banco.
Pagar más cuota no solo te permite amortizar antes tu deuda (lo que te ahorra intereses) también supone un uso más eficiente del dinero. Una práctica que te vendrá bien en tu día a día.
4. Recompensas: la zanahoria atada al palo
Algunas tarjetas de crédito (casi todas, porque les interesa) premian a sus usuarios cuando gastan dinero. De este modo, incentivan el consumo. ¿A quién no le gustaría ganar viajes, descuentos en gasolineras (¡con lo cara que está!) o participar en sorteos? Todo por pagar, práctica habitual en mi vida. Sin embargo, no se trata de un win-win, ya que en orden de beneficiarse de este tipo de recompensas, es necesario que el usuario gaste cierta cantidad de dinero. Quienes facilitan tarjetas de crédito están en el negocio de ganarlo, a tu costa, por lo que estas recompensas son una cara amable para animarte a que gastes ya no solo más de lo necesario, sino en ciertos lugares con quienes han llegado un acuerdo (se llevan una comisión de lo que gastas en ese establecimiento, eso sí es un win-win, para la tienda y para la tarjeta).
Las recompensas más típicas en las tarjetas de crédito son:
- Sorteos entre los usuarios.
- Descuentos en ciertas tiendas.
- Bonos de X dinero si gastas Y dinero antes de 90 días.
- Cashback (devolución de parte del importe de la compra) pero solo si financias tus compras (te lo resumo, acabas por pagar más de lo que te ahorras).
- Beneficios para clientes en hoteles o viajes (mejores instalaciones o asientos).
- Programas de puntos (el sumun del consumismo: gasta, gasta, gasta para acumular «puntos»).
En ningún lugar veo recompensas por estar tranquilito y no perjudicar tus finanzas.
Existen personas muy espabiladas que entienden muy bien cómo funcionan las tarjetas de crédito y se aprovechan del sistema de recompensas sin nunca incurrir en el pago de intereses, porque siempre pagan todo el principal antes de que acabe el mes. Son los credit card hackers (nada que ver con piratas informáticos) y todos nos creemos que podemos ser uno. Pero no. Es muy fácil cometer un error, un simple despiste y ya habrás caído en la deuda.
Es mejor no tentar a la suerte, o no caer en la tentación de las recompensas, y limitarse a los gastos necesarios en tu día a día. Es mi consejo, claro. Luego tú haz lo que te dé la gana 🙂
¿Cómo funciona una tarjeta de crédito vs débito?
Tanto hablar sobre cómo funciona la financiación en las tarjetas de crédito, casi se me olvida hablarte de tu gran aliado en tu cruzada personal contra la deuda: las tarjetas de débito. Aquellas que se aseguran de que si malgastas, no seas pobre, solo escaso de dinero.
Ya expliqué en un artículo la diferencia entre las tarjetas de crédito y débito, que básicamente se resumen en que la primera te hace pobre pero el mal uso de la segunda solo te convierte en un pésimo ahorrador. Mediante la tarjeta de débito, pagas con tu dinero; con la de crédito, pagas con deuda. Los bancos prefieren lo segundo, por lo tanto, te irá mejor con débito. Mejor control de gasto. Sin peligro de endeudarse.
La trampa de no ser consciente sobre cómo funciona una tarjeta de crédito
Para evitar caer en esta, una de las muchas trampas de la deuda —las otras son créditos personales, préstamos para el coche o algún otro sacaperras de alto interés—, es importante conocer cómo funciona una tarjeta de crédito. Y la verdad es que, como verás, es bien sencillo cometer un error.
Quieres algo. No tienes dinero para ese algo. Tienes una tarjeta de crédito. Decides comprarlo pese a no disponer del dinero. Con el tiempo, lo pagas. Pero te sale más caro. Mucho más. ¿Por qué? Por culpa del interés.
Repasemos el párrafo previo. Seguro que encontramos el origen del problema…
Compra lo que puedas permitirte
Sé inteligente. No compres aquello que no puedas permitirte, limita tus gastos para fomentar tu ahorro, y sobre todo, no caigas en la trampa (pozo) de incurrir en deuda a alto interés solo porque no conoces cómo funciona una tarjeta de crédito (ahora sí lo sabes, no hay excusa). Son nocivas para tus finanzas personales. Aquellos que invertimos, sabemos que la primera norma es amortizar todas las deudas, porque antes de ganar dinero debemos asegurarnos de no desperdiciarlo.
¿Por qué crees que las tiendas (especialmente las de electrónica y los concesionarios) insisten en que financies? Porque siguen el mismo sistema que las tarjetas de crédito. «Si utilizas tu tarjeta de crédito para pagar un televisor de 1199€, solo pagarás 59,86€ cada mes durante 24 meses».
Pagar solo sesenta euros por un televisor nos resulta atractivo, pero las matemáticas no engañan… pagarás 237,62 € de más. No caigas en la trampa. No compres lo que no puedes permitirte. Y mucho menos lo financies.
Los prestamistas no quieren que sepas cómo funcionan las tarjetas de crédito
O cualquier otro tipo de crédito, ya que estamos. Varias veces al año (¿cada trimestre, tal vez?) me llaman de mi banco para ofrecerme o tarjetas o préstamos personales. Lo hacen por dos motivos:
- Saben que no tengo estos servicios, así que soy un potencial cliente al que encasquetárselo.
- Conocen mis ingresos y saben qué cuantía sugerirme sin que suponga mucho riesgo para ellos.
No obstante, quien me llama siempre es el mismo. Ya me conoce. Supongo que llama porque debe cumplir con algún tipo de cuota de productos vendidos, pero cuando hablamos ya sabe de antemano mi respuesta, especialmente porque le pregunto cómo están los plazos, tasas de interés y bonificaciones. La verdad es que me siento un poco mal, porque en su voz detecto que sabe que yo no contrataré estos productos, y lo único que hago es sacarle información para este tipo de artículos de El euro extra.
¿Cómo te lo venden? Solo te hablan de lo que podrías comprar, de puntos, de descuentos en esto o en aquello si gastas con la tarjeta, si aplazas los pagos… Siempre insisten en los juguetes, en las recompensas, porque los bancos adoran que financies, porque así es como ganan dinero. Te pondrán todo lo bueno delante. ¿Lo malo? Solo si se lo preguntas o si la ley les obliga a decirlo (como ocurre con los anuncios de apuestas).
La propia gente del banco sabe que es mala idea recurrir a préstamos y tarjetas de crédito, pero es así como se ganan la vida. Es un buen negocio, muy lucrativo, y solo requiere que la gente la cague porque quiere productos demasiado caros para su bolsillo actual. Entiendo lo que pretenden los de los préstamos, tienen que ganarse la vida. Pagar sus propias facturas. Pero que no cuenten conmigo. Con suerte, tampoco contigo.
Este artículo de El euro extra sobre cómo funciona una tarjeta de crédito no debe ser tenido en cuenta como un consejo financiero, sino mi experiencia personal con los intereses y las deudas (ya pagadas 🙂). No dejes que un trozo de plástico arruine tus finanzas.